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¡A bordo!


No sé si esto que me ha pasado tiene un principio, solo sé que estoy a bordo en un proyecto de agujas e hilos que nunca imaginé. Tuve la típica abuelita qué cosía a mano hasta sus 98 años, pero nunca me enseñó a usar una aguja, mi madre hacía maravillas de cuadros bordados en punto de cruz que yo le dibujaba, en dos ocasiones mi madre expuso sus cuadros y casualmente sus cuadros se perdían y jamás regresaban a sus manos.

Mis tías, hermanas de mi mamá, bordaban cojines con un punto en relieve llamado pica-pica, usaban  unos colores chillones y alrededor de las rosas y pájaros, siempre escribían un salmo o un Dios Es Amor. En el recuento de las memorias el bordado siempre estuvo presente en mi vida. 

Ahora bien, no sé bordar, si dibujo un pétalo e intento rellenarlo, de seguro tendrán a la vista el peor insulto al arte textil. Lo mío -si es que puedo apropiármelo- es el punto de cruz. Ya algunos de ustedes han de estar hartos, y los entiendo, al ver mis intentos de pixelismo bordado, es muy pronto para decir que he avanzado en la técnica, pero de qué tengo una técnica,  la tengo.

Abordé este tren sin querer y queriendo, traigo las memorias en cada proyecto, soy completamente autodidacta en esto y bueno, en la foto ven mis tijeras, la aguja, el hilo y el 'needle threader' (¿Cómo diablos se dice en español?).

Así, espero aterrizar en buena tierra, para mientras ya seguí la llamada de mi mista'peo que gritó: ¡todos a bordo!.

P.D. si me ven pasar, casi siempre voy al lado de la ventanilla, díganme un hola.
                                                       
                                                                                                                 

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Desde que mi hijo fue diagnosticado con autismo siempre estoy tratando de obtener conocimiento y nuevas técnicas que me ayuden a entender el síndrome. Prueba de eso es que nos hemos negado como padres, a medicarlo para que duerma o deje de tener movimientos nerviosos. Es decir, la terapia de cepillarlo, de hacerlo que vea los ojos, la terapia de hacerlo entender con palabras y mostrarle este mundo en el que le tocó vivir es la usamos y nos ha dado resultado. Las tareas y actividades de Aarón siempre son compartidas, esta vez me tocó a mi llevarlo al salón de belleza. Lo llevábamos a un lugar y lamentablemente cerraron el salón y me tocó mí, (por mi buen pulso) ser la peluquera. Y bueno hoy, Mayo 12 del 1016 decidí llevarlo a cortarse el cabello ya que me cansé de hacer experimentos, además porque mi hijo debe saber que allá afuera hay una sociedad cruel, desordenada y rápida que no combina con el orden y clasificación tan milimétricamente perfecta que existe en sus hábitos de vida.

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